miércoles, 28 de junio de 2017

¿Todo es lucha de clases? El reduccionismo de varios sectores marxistas



Nature es la revista con mayor credibilidad científica que se conoce. Negarle valor a los estudios que se divulgan allí es un acto  incomprensible, más viniendo de gente autoproclamada "pensante". 
En esta prestigiosa revista se viene demostrando sistemáticamente que la gravedad del cambio climático no es una cuestión secundaria, sino principal. 

Cuando en esta revista aparece lo siguiente: 

“Mientras que la adaptación a un incremento de temperatura de 2 ºC puede comportar, principalmente, ajustes en las prácticas actuales, un mundo a +4ºC presenta amplios y complejos retos que requerirían probablemente transformaciones socioeconómicas y tecnológicas fundamentales en lugar de ajustes – en el supuesto de que estas transformaciones sean alcanzables. Pasar de 2 a 4 ºC supondría también, para cualquier ubicación [geográfica] concreta, una carga acumulativa de impactos crecientemente severos. Mientras uno o pocos impactos considerados aisladamente pueden resultar manejables, una acumulación [perfect storm] de múltiples impactos severos puede ser catastrófica.”

¿Cuál es la interpretación de un no científico? Esperar que sea el mismo científico quien responda es absurdo, porque el lenguaje y el pensamiento de tal sujeto se ciñen a lo estrictamente objetivo que le imprimen los condicionantes de la misma ciencia y no podrá dar una respuesta certera de lo que habremos de hacer sobre tales estudios alcanzados. Cuando el científico plantea que "pueden resultar... catástrofes" se suele tomar esta expresión como un tiempo futuro donde la incertidumbre se traslada directamente a tiempos muy lejanos. Esta práctica interpretativa lo único que hace es silenciar el problema para un después. Esto último, en los términos del problema que implica el cambio climático, no es otra cosa que relegar  lo que habría que hacer hasta el tiempo en que el problema nos caiga arriba con contundencia. 

El científico no podrá enfrentar el problema solo, porque necesitará de las demás disciplinas que lo ayuden a congeniar propuestas de superación y adaptación, si es que entendemos que la biosfera ha dejado de ser un término "abstracto" para las demás ciencias e intereses humanos. Tampoco el político (ni el revolucionario) podrá pararse frente al colapso sin tener en cuenta los trabajos de estos científicos que aportan variables imprescindibles para conocer y diagnosticar las probabilidades (totalmente impredecibles en muchos de sus términos constitutivos) del futuro. Un economista o un político (aunque sea marxista) deberá conocer mínimamente las leyes termodinámicas o las leyes de sistemas, por citar ejemplos esenciales,  además de sus aportes propios de sus disciplinas, así como comprender bases integrales propias de las funciones del sistema climático como para ofrecer respuestas a la desafiante coyuntura que se ha instalado de manera IRREFUTABLE. 

Indigna reconocer en ciertos sectores que plantean accesos "democráticos" a la información que  sobre asuntos cruciales (como el inminente y argumentado peligro de la extinción humana) callan ostensiblemente solo porque arguyen que alarmar "no contribuye en nada", cuando justamente es el no hacer nada frente a las alarmas científicas lo que nos coloca en la posibilidad de la última derrota de la humanidad: su muerte. 

martes, 27 de junio de 2017

Bellamy Foster nos plantea la radicalidad o la extinción futura

John Bellamy Foster plantea desde el marxismo algo que en este blog venimos sosteniendo incansablemente, la tarea imprescindible del marxismo de reconocer aquella histórica invisibilidad de los trabajos científicos que intentaban avanzar en una mirada más integral de lo que llamamos "realidad planetaria". Mucho se ha escrito sobre el asunto de la biosfera, pero estos trabajos  no han calado mucho en las elaboraciones teóricas que permitan afirmar que existe una "integración" de lo que se descubre científicamente y las estrategias marxistas. 


Foster entiende -como nosotros- que la crisis ecológica no es una mera cuestión económica y tecnológica a resolverse con una política paliativa ni siquiera con una hipotética toma del poder de las clases explotadas. El problema es más profundo y necesita del abordaje necesariamente de lo ambiental para no ir al desastre de manera prematura:

"Pero la ciencia social dominante, la que sirve al orden social dominante y a sus capas dirigentes, hasta ahora ha servido para oscurecer estos temas, poniendo su peso en las medidas paliativas junto a soluciones mecanicistas como los mercados de carbono y la geoingeniería. Es como si la respuesta a la crisis del Antropoceno fuese estrechamente económica y tecnológica, compatible con la ulterior expansión de la hegemonía del capital sobre la Tierra y sus habitantes -a pesar de que el actual sistema de acumulación de capital se encuentra en la raíz de esta crisis. El resultado es empujar al mundo a un peligro aún mayor. Lo que hace falta, por tanto, es reconocer que es la lógica de nuestro actual modo de producción -el capitalismo- lo que se interpone en el camino para crear un mundo de desarrollo humano sostenible que trascienda el desastre en espiral que de otra manera espera a la humanidad. Para salvarnos debemos crear una lógica socioeconómica diferente que apunte a fines humano-ambientales diferentes: una revolución ecosocialista en la que las grandes masas de la humanidad participen".

También aquí, en el blog,  decíamos que la radicalidad escalará pronto como una necesidad de época que pondrá en tensión los límites subjetivos de las masas. En el artículo de Foster encontramos ese llamado a la radicalidad, y en aquel encontramos también una crítica a la izquierda anti-capitalista, la cual ingenuamente pretende convencernos que la simple toma del poder puede revertir nada menos que un colapso de la civilización:

"Es el capitalismo y el medio ambiente global alienado que este ha producido lo que constituye hoy nuestra 'casa en llamas'. Los ecologistas mayoritarios, ante este monstruoso dilema, han preferido generalmente hacer poco más que contemplarlo, observando y haciendo pequeños ajustes a lo que les rodea en el interior mientras las llamas lamen el tejado y toda la estructura amenaza con derrumbarse a su alrededor. El punto, en cambio, es cambiarlo, reconstruir la casa de la civilización con principios arquitectónicos diferentes, creando un metabolismo más sostenible entre la humanidad y la Tierra. El nombre del movimiento para conseguir esto, surgiendo de los movimientos socialistas y ecologistas radicales, es ecosocialismo, y Facing the Anthropocene es su manifiesto más actualizado y elocuente".

Si Foster habla de "reconstruir la casa de la civilización" no está diciendo otra cosa que todo se viene abajo, a pesar de las buenas intenciones del socialismo. Partir de esa caracterización es desde donde hay que empezar a elaborar el destino de la humanidad.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228411&titular=la-crisis-del-antropoceno-

Seguimos ganando terrenos para discutir

https://www.rebelion.org/noticia.php?id=228381

lunes, 26 de junio de 2017

250.000 toneladas de basura nuclear bajo nuestros cimientos teóricos








El proletariado no tiene ya ninguna chance de erigirse como el único sujeto histórico que lleve en la punta de su lanza la revolución, serán las masas en su heterogeneidad y conciencia las que tendrán chances de semejante acción revolucionaria y supervivencia. Si no vean y analicen este documental.

En Finlandia se está construyendo uno de los cementerios nucleares más grandes del mundo, Onkalo (oculto). En la actualidad los reactores nucleares sobrepasan los 400 y muchos gobiernos están en tratativas de reflotar políticas pro-nucleares. Estas construcciones monumentales que esconden los residuos nucleares son extremadamente costosas monetaria y energéticamente. Se maneja el número de 250.000 toneladas de estos devastadores residuos que están “escondidos” en algún lugar del planeta. Algún problema diminuto en algún “sarcófago” de estos sería el fin de todo. El documental que dejo aquí sirve para reflexionar sobre la improcedencia de la instalación de centrales nucleares. No es posible mantener esta producción energética ni siquiera a corto plazo. Dentro de poco se necesitará tanta energía para mantener estos “cementerios” que empezaremos a vivir solo para seguir haciendo funcionar el “control” del equilibrio de aquellas sepulturas del demonio más atroz: la radiación nuclear.
Cuando la izquierda revolucionaria plantea la estatización con control obrero, por ejemplo, para una central nuclear, no propone nada sobre el problema. Bien porque sabe que abolir estas centrales dejaría paralizado a muchos sectores de las sociedades modernas, bien porque cree que hay que seguir creyendo religiosamente que un control obrero haría desaparecer estos peligros. Es inevitable pensar que ha llegado el momento de reformulaciones importantes al nivel teórico. El socialismo tendrá este legado, guste o no. Tendrá que luchar contra el colapso inevitable de esta sociedad, la cual no está encontrando manera de esconder sus contradicciones, y lo peor,  que ha obligado  a las próximas generaciones a vivir en puntas de pie, cosa que no explote el arsenal de bombas atómicas que yacen en las profundidades de la tierra.

Más de un pragmático marxista suele retrucar que las verdaderas luchas son las dadas en el día a día, en el laburo. No las niego para nada, las apoyo cuando creo que ayudan, pero pensar “solamente” en el día a día y dejar afuera de las estrategias estas “rifas” del mañana (lo que no debe interpretarse como siglos)  no me parece lo más socialista que se puede hacer. 

Aquí el documental: https://vimeo.com/168473601


domingo, 25 de junio de 2017

Entrevista a Luis Torres sobre el cambio climático y el rol de la izquierda revolucionaria

http://prensaopal.cl/la-maquina-destructiva-del-capitalismo-en-la-crisis-ecologica/

Con tres horas de luz eléctrica, Gaza se estaría extinguiendo

De no lograrse rápidamente la revolución socialista mundial el destino de la humanidad puede ir observándose en los ejemplos catastróficos que ya empiezan a manifestarse. El caso de Palestina sirve para comprender que la crisis energética no es una variable más en la historia de la humanidad, es elemento esencial para la continuidad de la vida primero, y luego para la continuidad de las luchas. Con solo tres horas al día de electricidad, los habitantes de Gaza no tienen posibilidad alguna de sobrevivir por mucho tiempo. Están condenados literalmente a la muerte. Pedirle a los "neonazis" sionistas que le paguen la luz a los palestinos en un mundo que se derrumba es absurdo, porque no lo harán. La humanidad demostró que puede tener solidaridad para con los necesitados, pero también ha demostrado a rajatabla que es una especie que ha desarrollado el egoísmo a niveles insospechados, especialmente con el capitalismo. Lo dramático de la situación en Gaza es que se extenderá inevitablemente a todos los lugares del planeta, porque la crisis energética no es un artificio político, es una realidad tangible y palpable que pone en jaque a toda esta civilización humana. Sin revolución mundial, sin alertas mundiales sobre el colapso civilizatorio, Gaza está muerta. Y será quizás la primera ciudad colapsada y extinguida en este proceso de extinción humana, que al parecer no se está tomando en serio.

https://www.clarin.com/mundo/israel-recorta-suministro-electricidad-gaza-pedido-fatah_0_SyCXKt2MZ.html

sábado, 24 de junio de 2017

Galeano y un texto que anticipaba el negacionismo del cambio climático

Este texto de Galeano puede servir para ilustrar la actual coyuntura planetaria: peligro mortal, incomunicación, censura, "seguimiento a iluminados", lentitud, todos obstáculos para que la humanidad sepa la verdad de su real situación. Somos las tortugas del siglo XXI!!!

Medios animales de comunicación 

Una noche de la primavera de 1986, reventó la central nuclear de Chernóbil. El gobierno soviético dictó orden de silencio. Muchas personas, inmensa multitud, murieron o sobrevivieron convertidas en bombas ambulantes, pero la televisión, la radio y los diarios no se enteraron. Y al cabo de tres días, no violaron el secreto para advertir que ese estallido de radiactividad era una nueva Hiroshima, sino que aseguraron que se trataba de un accidente menor, cosa de nada, todo bajo control, que nadie se alarme. Los campesinos y los pescadores de tierras y aguas cercanas y lejanas sí supieron que algo muy pero muy grave había ocurrido. Quienes les trasmitieron la mala noticia fueron las abejas, las avispas y las aves que alzaron vuelo y se perdieron de vista en el horizonte, y las lombrices que se hundieron un metro bajo tierra y dejaron a los pescadores sin carnada y a las gallinas sin comida. Un par de décadas después, estalló el tsunami en el sudeste del Asia y las
olas gigantes engulleron a otro gentío. Cuando la tragedia estaba incubándose, y la tierra recién empezaba a crujir en las profundidades de la mar, los elefantes hicieron sonar sus trompas, en desesperados lamentos que nadie entendió, y rompieron las cadenas que los ataban y se lanzaron, en estampida, selva adentro. También los flamencos, los leopardos, los tigres, los jabalíes, los ciervos, los búfalos, los monos y las serpientes huyeron antes del desastre. Sólo sucumbieron los humanos y las tortugas.

Capitalismo verde y socialismo "limpio", dos inutilidades en el Antropoceno

Algunas izquierdas marxistas caracterizan que el capitalismo estaría en las puertas de su derrumbe. No se equivocan en lo absoluto. Pero esa caracterización apunta a creer que solo es el capitalismo quien está en crisis terminal. Se olvida de tener en cuenta en su análisis la crisis de la humanidad. No es el capitalismo solo el amenazado de muerte, es también toda la humanidad y todas sus ideologías.  Es también al socialismo a quien se interpela en esta etapa de colapso civilizatorio. Muy bien lo expresó Marx y sus "repetidores" seriales que una vez llegado el límite  de un régimen, se daría lugar a la imposición de otro superador. Y aquí es donde se observa el problema central de las próximas décadas, en esta confianza ciega en que el socialismo y su triunfo futuro (incierto) tendría la oportunidad de colocarse como el régimen político superador. Afirmar esto de que el socialismo solucionaría todos los problemas de la humanidad es una hipérbole política de cierto marxismo muy difundida. Nada más alejado de la realidad. Por ejemplo, muchos marxistas nos dicen que frente al declive inexorable del petróleo y la caída libre de la producción energética, el socialismo sabrá cómo solucionarlo a través de los cerebros socialistas. Más de uno hasta llegó a citar que los autos eléctricos o las energías limpias en Europa demostrarían que estaríamos salvados en el futuro próximo. No solo que nos engañan, sino que se engañan a sí mismos. No existe tal tecnología que pueda contener una civilización de casi 10 mil millones de personas. Sin energía, la vida humana y sus relaciones sociales, económicas y políticas perderían todo su valor tradicional y adquirirían nuevas e inciertas formas de supervivencia (cómo organizaría el socialismo este desmadre, no lo sabemos). Un marxista que entiende que las alertas científicas sobre los cambios del clima, sobre la pérdida progresiva de la capacidad energética de las sociedades,  entre otras cuestiones propias del Antropoceno, debe seguir peleando por el socialismo, pero sabiendo que las revoluciones que se hagan con estómagos vacíos  pueden dar  resultados más bien catastróficos.

Acá dejo un poco de información para aquellos marxistas que critican aquella idea del capitalismo verde, pero que creen (sin rubor) en el socialismo con energías "limpias", desconociendo completamente las limitaciones de sus afirmaciones, solo porque gritan el "marxismo" más fuerte que uno. El debate por el futuro no es solo la bancarrota capitalista, es el peligro real de la extinción  de nuestra especie, en esto último hay mucho por arribar antes del fin.




http://crashoil.blogspot.com.ar/2017/06/apuntes-de-coches-electricos-petroleo.html

martes, 20 de junio de 2017

Mientras algunos marxistas se disputan los "nombres" y los votitos....


Habría que repensar la categoría del "catastrofismo" seriamente, pero no para postular estúpidamente la opción de no hacer nada, sino ser consecuentes con el panorama real que se está gestando frente a nuestros ojos. O solo vamos a disputarnos los nombres de los frentes electorales o si el avance de tal partido se computa a través de números o si dirigen o no alguna derrota sindical. La izquierda revolucionaria no solo está en crisis como lo está el capitalismo y su civilización,  esta crisis puede ser terminal para todos sus integrantes y es una amenaza tan real que es mejor que vayamos pensando desde un lugar más cercano a la aceptación y con una estrategia afín a lo que merece la inteligencia humana.

miércoles, 14 de junio de 2017

El trotskysta debería entender que El Capital no es el único trabajo científico al que hay que recurrir







La historia de la humanidad no es otra que la historia de la producción energética (claro, y de la lucha de clases). La humanidad tiene un terrible problema que es la imposibilidad de mantener su forma de vida con la ya obsoleta producción energética a base de hidrocarburos y combustibles fósiles (INSOSTENIBLE). El nivel de energía utilizado por las sociedades modernas es imposible que sea cubierto por las actuales energías limpias, con lo que podemos concluir que vamos a la barbarie sin lugar a dudas. El marxismo (como teoría crítica de la sociedad) acertó en "descubrir" a la burguesía como clase social injusta, contradictoria y depredadora. Pero en los momentos actuales no nos enfrentamos solo a la burguesía, nos enfrentamos a nosotros mismos como especie y a una cantidad importante de enemigos invisibles que hacen posible la vida en la tierra. Los marxistas del mundo no han logrado con sus aportes sumar mucho a la conciencia socialista en lo que va de la historia, y me duele especular qué harán sin socialismo triunfante para decirles a las masas que no hay que luchar más por ganar mejor (la lucha por el salario fue y es el caballito de batalla) sino al revés, hay que lograr que las economías del mundo dejen de producir productos incompatibles con el sostenimiento ecológico. Tendremos que ir apurándonos cada vez con mayor intensidad en ayudar a parir la revolución socialista sin más dilaciones extemporáneas.  Es clave detenerse a investigar en qué coyuntura estamos, y no es para nada la misma de hace 50 años como muchos marxistas creen. Escuchemos un poco a los científicos, que no todos juegan para el capital.  

lunes, 12 de junio de 2017

Pronto veremos una caída brutal de la producción de energía y la izquierda en bolas

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/09/140922_rockefeller_cambio_energia_limpia_jgc


Hasta los Rockefeller entendieron que el nivel de producción petrolífera ya es insostenible económica y ecológicamente (más lo primero obviamente para estos imperialistas). Hay petroleo para seguramente doscientos años más, pero obtener un barril de crudo te cuesta uno y medio o más, eso sin contar la contaminación que acarrearía seguir aumentando el volumen de producción. Antes de ir a la quiebra los más grandes capitalistas del mundo ya nos están diciendo qué harán en el colapso: desinvertir. La próxima década veremos una gran escacez de energía, un declive (caída libre) de la producción energética que hará temblar la tierra más que un tsunami. El problema es tan grave, que no será suficiente pelear  políticamente por energias limpias, sino por algo más difícil de alcanzar por el tiempo que demanda: desterrar el estilo de vida burgués que está en la estructura mental del explotado. 

sábado, 10 de junio de 2017

Cada día más nos parecemos más a Taylor del Planeta de los simios


Aquel que vio el final del Planeta de los Simios seguramente no puede esquivar el shock que provocó esta imagen (un hito del cine). Una civilización opulenta en ruinas!!! Ni Taylor (Charlton Heston) ni el televidente podían asimilar semejante destino, era toda una provocación en aquellos años años del estreno (1968). Sin embargo, fuera de la ficción, las civilizaciones humanas no han tenido otro destino que el colapso y la extinción. La nuestra, la occidental, como en la película, va camino a recrear aquel final del film. Solo una cosa nos diferencia (y para mal) de las civilizaciones anteriores, y es que la globalidad hará que el colapso sea total y no regional como lo fue con las precedentes. Cuando Taylor llegó a entender que el hombre moderno hizo mierda su propio mundo lo único que pudo hacer es llorar y maldecir. Bueno, a este ritmo lo único que estamos haciendo con el problema es generar Taylores que solo podrán maldecir arriba de las ruinas.

viernes, 9 de junio de 2017

La izquierda revolucionaria debe dejar la fe de lado

Existe una creencia ya muy extendida y que no implica otra cosa que parte del duelo en que transitan los negacionistas del colapso, que es aquella que se esperanza en las nuevas tecnologías limpias, las cuales solucionarán la terrible crisis ecológica abierta en la presente coyuntura epocal. La misma izquierda revolucionaria también está inmersa en ese duelo. Ella no anuncia la muerte de nuestra civilización, sino que apela a salvarla desde sus peleas reformistas: ganar elecciones, sumar adeptos, sacar comunicados, denunciar desde los congresos, dirigir (muchas veces mal) sindicatos, y cuando las revoluciones se presentan, están siempre partidos al medio. 

No pasa por un deseo personal, ni siquiera por un sueño delirante de un marxista "descompuesto"; todos los datos ofrecidos nos llevan a la misma conclusión: la barbarie a escalas superiores. 

Por solo ahondar en un ejemplo clarito de cómo se diluye la esperanza de estos negacionistas del colapso, tomemos el caso de la inutilidad próxima de pelear por el control obrero de fábricas automotrices:

El prius es el auto híbrido más vendido en el mundo. Los autos eléctricos son claramente menos contaminantes, pero no menos insostenibles. Terribles procesos de contaminación, las reservas de litio para las baterias es insuficiente, duplicación o triplicación de la demanda eléctrica, entre otros, hacen de este proyecto de tecnología limpia toda una utopía. Sustituir la flota de autos por otros menos contaminantes es imposible, menos en los términos de un mundo dominado por el capital. Nada funciona si no hay rentabilidad. Quien se ponga a investigar un poco sobre los grandes problemas que implican replantear la maquinaria fordista en una coyuntura de limitación de recursos y sobreexplotación se encontrará con una versión más realista del futuro. No hay ninguna posibilidad de sostener la civilización, solo nos queda utilizar la ciencia y la política para empezar a decrecer rápidamente y enseñarnos y enseñar a nuestros hijos que el futuro no estará dominado por autos voladores sino por dióxido de carbono (el temible CO2) y el terror del metano. En ese marco, los crecimientos solo podrán ser "humanos", pero no ya materiales (es criminal que cierta izquierda le prometa la religiosa premisa de la "multiplicación de los panes" en un marco de extinción masiva). Pero para este tipo de "crecimiento"  debe haber un aumento sincero de personas que se involucren con la batalla cultural (totalmente marginada por la política) a la cual nadie está apostando y que es de una importancia vital para los próximos años. 

En una época como esta, no solo habrá que escuchar o leer a marxistas, sino también científicos comprometidos con los estudios de nuestra biosfera, porque sin estos, aquellos no existirán próximamente. 





jueves, 8 de junio de 2017

Se sigue colando el problema del colapso en el trotskysmo

De a poco la izquierda trotskysta va tomando conciencia del problema del cambio climático. En ese sentido, pronunciarse al respecto es un paso adelante. Ahora bien, estamos lejos de que esos pronunciamientos expongan una mirada certera de la problemática, no por que los compañeros no estén capacitados, sino porque tienen limitaciones de tipo estructural. Miguel Lamas habla de que el clima no es el problema, sino el capitalismo. Estamos de acuerdo que este sistema es el que origina el desequilibrio ambiental, pero no se entiende como Lamas puede negar de un plumazo todos los trabajos científicos que demuestran claramente los patrones para las próximas décadas: las supertormentas, las inundaciones, las sequías, la extinción de casi el 50% de animales, la reducción desesperante del fitoplacnton, el deshielo, el escape del gas metano del Ártico,  todas variables de un problema que amenaza no solo la lucha marxista, sino la vida completa en la tierra.

Lamas no cita a ningún científico que avale su esperanza en las tecnologías renovables (lo que lo convierte en un creyente de la tecnología, que no es lo mismo que ciencia) , solo habla del éxito que supuestamente tiene marginalmente en paises europeos, pero no es capaz de fundamentar esa hipótesis para sostener una civilización que llegará pronto a los 10 mil millones de habitantes. Estos sectores del trotskysmo más conservador, reducen todo a una siempre respuesta unívoca: es cuestión de clase. Como si la clase obrera tuviera un papel salvífico inmaculado, infalible. Claro que la lucha de clases debe ser el principio de todo nuestro accionar político,  pero quedarnos en caracterizaciones que no reconocen del dramático panorama ecológico es solamente  colaborar en la invisibilidad del problema, y, por lo tanto, negar al pueblo un debate profundo sobre nuestro destino como especie. El mismo Lamas plantea que una expropiación, simple y llanamente, solucionaría de la noche a la mañana, todos los problemas ecológicos, porque según este marxista -no siendo geólogo, oceanógrafo, ingeniero ni físico- las leyes de la termodinámica no existirían. Si acaso se informara un poco sobre los avances en la materia, se enteraría que muchos de los procesos que ocurren en la biosfera ya son irreversibles, y quedaría a las condiciones evolutivas de la vida adaptarse o no a esos cambios.
 Si así va a ser el debate de un problema central, lo más probable es que estemos entrando al colapso como baquitas al matadero.

http://izquierdasocialista.org.ar/index.php/periodico-el-socialista/ultimo-numero/5759-cambio-climatico-trump-retira-a-estados-unidos-del-acuerdo-de-paris

miércoles, 7 de junio de 2017

La derecha ya está apostando a la resiliensia frente al colapso


En el último encuentro de forros planetarios (foro de Davos), los dueños del mundo concluyeron que su poder tiene un gran adversario en puerta, y no es para nada el proletariado como debió ser siempre, sino el colapso. Sí, los capitalistas están preocupados de perder todo, pero no van a salvarnos eso está claro, sino leete su informe donde no quieren evitar los riegos sino ayudar a que seamos "resilientes" (adaptarnos al trauma sin cambiar tanto el orden social). 

http://www3.weforum.org/docs/GRR/WEF_GRR16.pdf

martes, 6 de junio de 2017

Cierta izquierda cree más en el Génesis que otra cosa

La visión judeocristiana del mundo ha llevado por siglos una voz coral de soberbia del hombre sobre la naturaleza, a diferencia de otras religiones mucho más respetuosas del medio ambiente. Este punto de vista occidental que representa al judeocristianismo dirige la tecnología a partir de la consigna del Génesis, versículo 27: “procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra”. Toda una declaración de depredación que estaba por venir. Abel y Caín representan a la ganadería y la agricultura respectivamente, pero también la globalización de la profecía de “henchir” toda la tierra, su devastación. 

Casi todas las consignas de nuestras izquierdas revolucionarias siguen presas de aquella profecía de que hay que darle para adelante con el desarrollo de las fuerzas productivas, como lo establece el Génesis.


Frente a los “milagros” bíblicos y el seguidismo de cierta izquierda, es mejor quedarse con verdades poéticas como las de David Thoreau, mucho más política y coherente con los aspectos en juego: 

“Este curioso mundo en el que habitamos es más maravilloso que conveniente, más hermoso que útil, es más para ser admirado que ser utilizado”.





lunes, 5 de junio de 2017

De a poco, el agua se tragará todo y nosotros con nuestros "candidatos"

Las islas salomón pueden ya a empezarse a considerar muertas. Con unos centímetros de aumento del nivel del mar que causará el ya evidente derretimiento de más de  5.000 kilómetros cuadrados que supone el desprendimiento de este impresionante iceberg, debe ser entendido como uno de los primeros llamados de alerta del colapso que nos tiene preparado el planeta. Esperemos que la izquierda revolucionaria no haga el reduccionismo aprendido de decir que solo son centímetros de agüita que no nos sirve para la lucha de clases.

Ecosocialismo de Löwy

El problema con las tendencias dominantes de la izquierda durante el siglo XX –la socialdemocracia y el movimiento comunista de inspiración soviética– fue la aceptación del modelo de fuerzas productivas realmente existente. Mientras la primera se limita a una versión reformada –a lo sumo keynesiana– del sistema capitalista, el segundo desarrolló una forma colectivista – o capitalista de Estado– de productivismo. En ambos casos, la cuestión del medio ambiente quedó descartada, o fue marginada. Lówy sabe que la izquierda o reorienta su política o desaparece.

En el libro se analizan las diversas tendencias dentro de la corriente del ecosocialismo, que indefectiblemente la izquierda deberá realizar también para sacar conclusiones. Marx dentro de sus limitaciones históricas aportó también al ecosocialismo, dejando en claro que no podemos dar vueltas como calesitas frente a nuestra reponsabilidad de clase, más en momentos cruciales para la vida humana.

Marx en La Guerra Civil en Francia escribía: Los trabajadores no pueden apoderarse del aparato de Estado capitalista y hacerlo funcionar a su servicio. Deben destrozarlo y reemplazarlo por otro, de naturaleza totalmente distinta, una forma no estatal y democrática de poder político. Qué quería decir Marx, que muchas de las ramas de producción deben desaparecer (por ejemplo, las automotrices). Es decir, o nos dejamos de romper las bolas o nunca lograremos el socialismo, que traducido en esta etapa de la historia significa nada menos que el peligro real de la extinción humana. 
Löwy plantea en este marco que es necesario un cambio cualitativo del desarrollo, el cual deberá orientar la producción hacia necesidades auténticas, el agua, alimento, ropa y vivienda. Ahora bien, sin marxismo, sin partido revolucionario internacional, sin conciencia de los verdaderos problemas apremiantes, sin combate al sectarismo, sin la toma del poder, sin una teoría política ecologista que logre el sustento socioecológico, en fin, sin revolución mundial y destrucción total del capitalismo y sus instituciones y pensamiento burgués, no habrá salvación de la humanidad.


domingo, 4 de junio de 2017

"Into The Forest", pensar íntimamente el colapso

Into the Forest (2015) es una película que sirve para pensar  qué podría ocurrir con las relaciones humanas luego de que de la noche a la mañana comience al gran apagón, cuando se empiece a ver los primeros coletazos del colapso de la opulenta civilización occidental. La película no analiza las causas del colapso, más bien se dirige a una zona intimista, variable que pocos o nadie están valorando en estos precisos momentos y que constituye quizás la principal variable para encontrar una salida para lo que vendrá. Estamos hablando de cuál será el enfoque que la gente le dará al problema. Las típicas relaciones humanas  cargadas de alienación en su inmensa mayoría, en un marco caótico y de desestabilización de proporciones colosales, serán puestas a prueba. En el colapso, sin organizaciones preparadas de antemano ante semejante evento histórico, estarán abiertas todas las puertas del infierno. Todos los demonios juntos estarán libres.   





sábado, 3 de junio de 2017

Hay marxistas que solo han aprendido a rezar la oración de la lucha de clases

En 1972, justo antes de la crisis del petróleo, el club de Roma le encargó al MIT de Massachusetts que elaborara un informe sobre los límites del crecimiento. Este libro es quizás uno de los más importantes del siglo por su planteo correcto del problema más acuciante para la civilización. En dicha obra se anticipaba que en el transcurso del siglo XXI los límites del crecimiento serían sobrepasados con la respectiva consecuencia de una caída abrupta de la población y de la actividad económica. Esto no es otra cosa que el colapso de la civilización industrial. Han pasado 45 años de aquella alerta de uno de los mejores trabajos fundamentados sobre la imposibilidad de la extralimitación del capitalismo; Sin embargo, en vez de haber tomado en serio la advertencia, el escenario es descorazonador, Trump (representante del país más responsable de la contaminación mundial) como un cabeza dura persiste en seguir en la era de la megacontaminación petrolera, y  para colmo de peores, la izquierda revolucionaria afirma que no tiene ni siquiera  planes de atender el asunto, supongo  por una cuestión de fe en que hay todavía tiempo para continuar con la misma estrategia política de cien años atrás y que los datos científicos ofrecidos suponen capaz un "verso" (todavía sigo esperando que sus cuadros y dirigentes rebatan cada uno de los datos ofrecidos, los cuales son de una magnitud y consistencia bastante visible). Por otra parte, el libro resistió fuertes embates de los negacionistas ecológicos, estos seres que propenden a considerar la técnica como una variable independiente, con capacidad para resolver problemas que son esencialmente no técnicos. Increíble ignorancia la de estos perejiles. Alrededor de la idea de singularidad tecnológica (incluso cierta izquierda lo aboga) se está levantando toda una narrativa cripto-religiosa que alimenta la idea de un programa salvífico basado en la superación tecnológica del ser humano y sus constricciones corpóreas. 
Impresiona cómo muchos marxistas nos hablan de que los estudios científicos no tienen validez si es que no son supervisados por la teoría marxista o si no son hechos por marxistas. No sé si son trogloditas o se hacen o no tienen cómo argumentar sus posiciones sin caer en la grosería y la descalificación. Un marxismo que no se nutre de todos los datos de la realidad no es marxismo. Un marxismo que se niega a discutir el colapso es un marxismo inútil.


viernes, 2 de junio de 2017

Me hablás de elecciones burguesas cuando tenemos una bomba en nuestra manos

El mar es de vital importancia para el ecosistema planetario. Allí  está el fitoplancton que produce el 50 % de oxigeno y además sirve para enterrar el maldito carbono bajo sus profundidades. Con el calentamiento global, el fitoplancton empieza a desaparecer y las consecuencias son terribles. Los millones de toneladas de carbono que se absorben por la fotosíntesis, pronto dejará de hacerse, porque el derretimiento de la banquisa (hielo marino) amenaza con reducir cada vez más fitoplancton.  La cuenta es regresiva, la comunidad científica viene demostrando que tenemos una bomba de tiempo en nuestra manos, pero la izquierda revolucionaria anda con la nariz para arriba enseñandonos "lecciones" marxistas de cómo avanzar en  elecciones burguesas.  Criminal.



El ecofeminismo puede dar una respuesta al negacionismo del colapso

La antropóloga e ingeniera Yayo Herrero, desde el ecofeminismo nos daría una respuesta de por qué grandes sectores de la humanidad (incluida la izquierda) se niega a reconocer el problema central de la crisis ecológica. La explicación sería que los machos dominantes, que creen que todo lo solucionarán con el tiempo y su fe en la razón, son tan narcisistas que no pueden dejarse de mirar en el espejo y darse cuenta que su accionar está llevando a él y a los no machistas a la destrucción total.
El patriarcado ha construido un modelo social y cultural que invisibiliza trabajos centrales que constituyen  las bases materiales de la vida humana. Esto no es otra cosa que una modelo de vida  que ha declarado la muerte a la misma. El sujeto universal que piensa, que delibera, que decide sobre cuestiones de la vida en común es un sujeto desgajado de la ecodependencia y de la interdependencia. Es un sujeto que puede percibirse como un sujeto emancipado de la naturaleza, emancipado de los otros seres humanos y emancipado de su propio cuerpo, no porque esto sea posible, porque esta triple emancipación es ficticia, porque hay otros sujetos escondidos, subordinados  y olvidados que están en otros espacios manteniendo esas relaciones físicas. El sujeto abstracto patriarcal por eso es un sujeto antiecológico, un sujeto desgajado de su cuerpo y un sujeto que se desresponsabiliza de unas series de relaciones materiales que no se pueden dejar de hacer si es que queremos que la vida humana prosiga.

A partir de esto,  puedo concluir que mucha izquierda anticapitalista tiene todavía prácticas machistas que impiden avanzar en una estrategia real al problema del colapso, porque colaboran en la invisibilidad del soporte material de la vida, porque no solo hay que denunciar y luchar por los derechos de las mujeres y de los explotados , sino  también,  y  es fundamental esto (ahí lleva la delantera el ecofeminismo), que la lucha debe ser principalmente por cuidar a esa gran mujer que es la tierra, porque sin ella no hay feminismo, ni socialismo ni nada de nada.


jueves, 1 de junio de 2017

Ajusten cinturones, Trump pone en piloto automático a la nave espacial tierra

Robert L Heilbroner escribió este libro antes incluso del informe del Club de Roma, lo que hace de Heilbroner todo un visionario. En él afirma algo que todos debemos aceptar bajando la cabeza: La crisis ecológica representa nuestro tardío despertar (lo que nosotros debemos leer “derrota”) al hecho de que vivimos en lo que Boulding Kenneth llamó nuestro Navío Espacial Tierra. En esta, como en cualquier nave, la sobrevivencia de sus tripulantes depende del equilibrio entre la capacidad de carga del vehículo y las necesidades de sus pasajeros. Para Heilbroner, hace más de 46 años que hemos sobrepasado el límite de carga de nuestra navió (tierra). Pero más interesante es lo que plantea sobre el modelo de sociedad futura socialista. Según el autor la crisis ecológica a la que asistimos es como en la guerra, la cual afecta a todas las clases y es capaz, por tanto, de inducir cambios sociológicos que resultarían totalmente inimaginables en situaciones normales. Entonces, cuando el enemigo ya no es simplemente una clase social sino la propia naturaleza los marxistas deben obligatoriamente realizar algún tipo de ajuste ideológico que abandone la bandera del crecimiento (superabundancia). Es decir, Heilbroner (que seguramente cuando escribió el libro lo habrán bajado de un gomerazo por “utópico”) tenía también razón en que los socialistas deben replantearse el tipo de sociedad a la que podemos llegar realistamente.

Con el retiro de EE. UU. del Acuerdo de Paris (que ya era un acuerdo mínimo e insuficiente para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero) la nave espacial tierra pasa a piloto automático. Necios aquellos que creen que esta nave no se estrellará próximamente.

La izquierda revolucionaria o cambia de estrategia o muere, simple

Olas de calor, inundaciones que serán el patrón de este siglo, propagación de enfermedades de todo tipo, se confirma  la llegada a los temibles 2 grados centígrados de aumento general de la temperatura y con ello la aceleración de los efectos catastróficos para estos 20 años; pérdidas  e inversiones millonarias para hacer frente a los desastres; prontamente escasez de productos alimenticios; sin embargo, la única que no está preocupada verdaderamente por estas señales es la izquierda revolucionaria y su siempre respuesta de manual: no podemos hacer nada cuando las masas no quieren (muy mala respuesta para un marxista que entiende que las condiciones subjetivas no responden de un determinismo, y peor aún cuando nos dicen que están haciendo algo revolucionario cuando trabajan para que las masas voten a uno u otro "cuadraso" revolucionario en una elección proscriptiva).  Los propios científicos ya están pidiendo alarmados la intervención política, lo demuestra este libro. El peligro, además, es justamente quiénes serán los encargados de organizar la mayor resistencia de la historia humana frente a lo que algunos todavía no entienden (pero lo entenderán a la fuerza) AL COLAPSO DE NUESTRA CIVILIZACIÓN.

No sirve tocar el tema del cambio climático como algo marginal, como un temita entre algunos cuadros y dirigentes a escondidas de la militancia y del pueblo solo para discutir con tipos como yo que supuestamente "perdemos" el tiempo tocando estos temas. Porque este problemón llegó para quedarse y ya es el problema central de toda la clase obrera, única clase que puede hacer algo al respecto. Entonces, dejemos de lado un poco la democracia burguesa, y empecemos a ver qué podemos hacer para colaborar con esas condiciones subjetivas de nuestra clase para que no solo tome conciencia de su explotación, sino que empiece a saberse como parte de una generación de la que depende toda la vida humana. Habrá que tratar estos temas con absoluta seriedad y con un cambio de estrategia que pueda esperanzarnos en una salida lo menos traumática posible. Y para esto, hay que trabajar un montón, pero desde ahora, no cuando las aguas nos inunden los locales partidarios.