Estamos por
llegar en los próximos años a los 2 grados de aumento de la temperatura global.
Cuando eso ocurra, los océanos estarán más calientes de lo que ya están en la
actualidad. Esto tendrá como consecuencia directa la muerte casi definitiva de
todos los arrecifes de coral del mundo. Con ello se perderá también a uno de
los más grandes sumideros de carbono que podríamos tener (el coral utiliza en
CO2 que se disuelve en el agua y lo incorpora para la formación de arrecifes,
donde en definitiva queda depositado). Si a esto le sumamos la pérdida de
bosques y la continuidad del desarrollo de las fuerzas productivas (y, por
ende, la "producción" de la contaminación), me parece, que el nuevo
amo del planeta será próximamente el CO2.
Según los
científicos, el calor que queda taponado por los gases de efecto invernadero
afecta en primer orden al mar, en virtud de que este absorbe nada menos que el
90 % del calor. Si fuéramos más sensatos, deberíamos comprender que sin ese
"milagroso" mar hoy estaríamos todos asados. De ahí que el cuidado de
aquel debería ser preocupación de todos los que no tienen un pasaje para viajar
a otro planeta, viaje que ya está proponiendo Stephen Hawking.
En el
documental Chasing Coral, recientemente estrenado, se puede
observar en forma directa la tragedia de uno de los animales más importantes
(incluso más importante que el hombre) por su trabajo "socialista"
bajo las profundidades del agua. Estamos hablando de un animal (el coral)
que en sus entrañas permite que vivan otros seres vivos, que facilita el
hábitat de millones de peces, y, que además de servir de barrera para las olas
en las costas, colabora sin chistar para que todo lo que esté fuera del mar
tenga hoy la posibilidad del milagro de la vida.
Uno de los
científicos del documental utiliza una metáfora clave para expresar la idea que
mi blog “Un marxismo para el
planeta” viene difundiendo: el colapso. La metáfora expresaba que la muerte
progresiva del coral es una carta del castillo de naipes (que serían nuestros
ecosistemas interconectados) que estamos quitando. Pero creo que el científico
se queda corto, las cartas que hemos sacado indican que el castillo se está
empezando a derrumbar. El mismo documental rastrea las estadísticas científicas
sobre las proyecciones de las temperaturas del mar para los próximos 30
años y todas dan como resultado picos de temperatura más altos de los que ya
tenemos. Lo que quiere decir que la extinción de los corales y de la mayor
parte del mundo marino supondrá para la humanidad su propio descalabro.
El
documental, sin embargo, tiene un déficit, la de creer que después de todo lo
narrado y expuesto por él mismo, propone que se puede detener el desequilibrio
ecosistémico solo con la difusión del problema y con buenas intenciones. Me
temo que se mienten así mismos para digerir lo que ellos mismos están
observando con sus propios ojos (muchos científicos lloraban en varias
escenas). El colapso es imparable. Una verdad dolorosa pero ambigua. Esta época
es un parto de alto riesgo. Todas las probabilidades indicarían que es una
muerte segura de estos "hijos" que a pesar de todo quieren
todavía nacer. Allí estamos hoy, en ese tránsito peligroso que depende ya de un
hilo. La civilización occidental, cuerpo de nuestra madre civilizatoria, para
casi todos una madre adoptiva, nos expulsará prontamente de su vientre
putrefacto hacia el abismo. El problema de estos "hijos" de época
será que no tendrán a nadie al lado para garantizarles el alimento, la ropa, la
educación, nada de nada. Tendrán que vérselas solos en mundo en ruinas. Por
eso, todos los revolucionarios del mundo, sabiendo de la terrible alarma que
empieza a llegar de todos los confines del planeta, deberían prepararse
para la organización de la resistencia, única forma de tener alguna base con la
cual prever posibles acciones para la supervivencia. Cuando la revolución se
entere que no tendrá imperialismo, gobierno o patrón a quien hacerle un paro o
cortarle la ruta o quitarle el poder ¿a quién cree que le hará la revolución?
La revolución socialista había que hacerla hace 100 años, no la hicimos. Bien,
entonces habrá que hacerla ahora porque pronto no tendremos ningún enemigo
político con quien discutir el control de la economía, salvo las hordas de
humanos desesperados sin ningún tipo de poder ni recursos.
Esperemos
que toda la izquierda anticapitalista mundial comience de una vez por todas a
juzgarse como cómplice de una política mezquina, cortoplacista y efímera.
Cuando estamos en proceso de Colapso (quien lo niegue debe refutarlo con
sólidos argumentos por la trascendencia del problema que está en juego)
no es la de lograr "comer" la consigna de un revolucionario,
esa es la consigna del hombre común, incluso del alienado. Tampoco es ganar un
sindicato para pelear con otras fuerzas de izquierda para ver quien es la
vanguardia y quién gana gente para el partido. La tarea de las organizaciones y
partidos anticapitalistas es pensar en el futuro. Un partido revolucionario,
sin dejar de intervenir políticamente en los sindicatos, en la búsqueda de la
toma del poder, debe idear prontamente posibles escenarios del colapso para en
consecuencia establecer planes de contingencia revolucionaria. Es un trabajo
arduo que obligará a salirse incluso de los cánones marxistas. Esto último es
lo más difícil, porque supondrá una batalla teórica sin precedentes sobre lo
que habremos de hacer cuando el caos se empiece a desatar. Por eso la
urgencia del tratamiento del problema.
Marx
escribió alguna vez que un fantasma recorría Europa y tenía mucha razón. Hoy, a
pesar de muchos, otro es el fantasma que recorre Europa y todos los demás
continentes, el colapso civilizatorio.
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